El libro Mágico.
César
se acercó tímidamente con su profesor, le mostró su tarea en su deshojado
cuaderno. El profesor dio un vistazo rápido a su tarea, revisó y escribió
algunas notas. Con una amable sonrisa le regresó el cuaderno y llamó al
siguiente alumno. Al final de la clase pidió a César que lo esperara un
momento, tenía algo para él. El niño asintió. –Ven acá – Dijo su profesor. – Mira
hijo, reconozco el gran esfuerzo que realizas pero aun te faltan mejorar tu
caligrafía y ortografía Eres un buen niño y además también necesitas expresarte
mejor -. El profesor abrió el cajón de su escritorio y sacó un libro tal vez
más viejo que él. De pasta dura y descolorida pero de hojas bien conservadas.
–Ten- Le dijo a César. – Este libro es único y mágico, existe desde hace
cientos de años. Si sigues las indicaciones y lo lees palabra por palabra; te
ayudará a leer, hablar y escribir mejor. Es importante que lo devuelvas apenas
termines la última página. – Ta´ bien profesor- dijo el niño, con los ojos
brillando de emoción. -Lo haré-. El pequeño regresó a su casa y les contó a sus
padres acerca del libro que le prestó su profesor.
Ese
día, después de terminar con sus obligaciones cotidianas, pidió permiso a su
mamá para leer el libro que el profesor le había prestado. Su madre asintió con
una sonrisa tocándole la cabeza. Sentado en su roído sillón observó el viejo
libro, dio vuelta a la gruesa pasta esperando que algo mágico saliera de él.
Pero nada sucedió. Escritas a mano con tinta negra leyó las indicaciones: 1.-Este
libro debe leerse un capítulo por día sin saltarse ninguno. 2.-Al finalizar su
lectura debe cerrarse y no volverse a abrir. A César le pareció extraño, pero
decidió seguir las indicaciones tal cual.
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